“Vuélvanse a mí los que te temen y conocen tus testimonios. Sea mi corazón íntegro en tus estatutos, para que no sea yo avergonzado.” Salmos 119:79-80
A veces hemos tenido la falsa idea de que si alguien es “temeroso de Dios” no puede fallarnos o no puede lastimarnos. Pero no es así, por la simple y llana razón de que son humanos. Son personas que aman y temen a Dios pero tienen como todos nosotros defectos y errores.
Cuando una persona que ama a Dios y nos lastima debemos buscar la reconciliación entendiendo que se equivocó, pero confiamos que su temor a Dios lo pone en una posición de arrepentimiento, que muchas veces será provocado por nuestras oraciones y por nuestras acciones en pro de la reconciliación.
Lo que no debemos dejar de observar es que también dice “los que conocen tus testimonios”, El autor de este salmo sabía que hay personas que han escuchado de Dios pero que nunca han “visto” sus testimonios.
Una persona cuando tiene temor de Dios y conoce sus testimonios es una persona sensible, con un corazón que le cree a Dios. Cuando uno ha visto los testimonios de Dios es casi imposible seguir siendo insensible.
Dice el diccionario que testimonio es la prueba, justificación y comprobación de la certeza o existencia de una cosa. Es lo que le sigue a la fe, con la fe creemos por anticipado, pero cuando vemos que se hace realidad queda como un testimonio sólido de la realidad de Dios.
Un testimonio no es un milagro que puede sucederle a cualquiera y que después del milagro se olvidan de Dios. El testimonio es cuando has creído con fe, y la respuesta a esa fe te da testimonio de que hay un Dios real.
Los que hemos vistos Sus testimonios quedamos sellados y debemos buscar estar reconciliados con todos aquellos que temen a Dios y que han visto sus testimonios.
Por otro lado, el autor dice que “sea íntegro en sus estatutos”. Un error muy frecuente que todos tenemos cuando estamos expuestos a Su Palabra es tomar para nosotros sólo aquello que nos gusta, y quitar todo lo que nos incomoda o que nos pone en una situación que no queremos dejar, “recortamos” la Biblia. No somos íntegros. Somos parciales. Tomando sólo lo que no nos compromete demás.
El resultado con el paso del tiempo es quedar avergonzado. Creer que uno es más listo que Dios, creer que uno puede manipular Su Palabra y recortarla para que quede a nuestro gusto y no nos implique un compromiso nos lleva a quedar avergonzados.
Llegará el momento en que te des cuenta que Su Palabra nunca se equivoca. Es mejor confiar en Dios de manera integral, confiando plenamente es Sus palabras.
Armando Carrasco Z