“Consideré mis caminos, y volví mis pies a tus testimonios. Me apresuré y no me retardé en guardar tus mandamientos.” Salmos 119:59-60
En el transitar de nuestra vida es necesario de vez en cuando hacer un alto total para evaluar nuestra conducta. La vida nos orilla a llevar un estilo egocéntrico, es la tendencia natural humana, nuestra misma naturaleza nos lleva a crear hábitos que nos alejen de los valores morales.
Esa es la razón por la que debemos hacer un examen cada determinado tiempo, pero la calificación que obtengamos no es para lograr un diploma, sino para usarlo como radiografía de aquellas áreas en las que debemos cambiar.
Hemos estudiado que lo único estable en esta vida es Su Palabra. Todo es pasajero nada permanece, nuestras vidas son como hierba que se seca dice la Biblia, y sólo su palabra permanece para siempre. Ese es el argumento para edificar nuestra vida sobre ella.
Una vez que sabemos qué áreas de nuestra vida necesitarán corrección debemos aplicarnos a poner por obra nuestro cambio, es lo más difícil, porque no se trata sólo de llenar de información nuestra mente, no se trata de leer la Biblia sólo por saturar de información nuestra alma, se trata de usar esa Palabra para cambiar nuestra conducta.
En este Salmo el autor dice: “Y volví mis pies a tus testimonios” Cuando el salmista se daba cuenta de que estaba viviendo en desacuerdo a los estándares divinos, daba vuelta en U y giraba hacia la Palabra.
Pero no sólo eso, sino que el autor lo hacía con prontitud. No esperaba mas tiempo, una vez que se daba cuenta de sus faltas de inmediato “tomaba cartas sobre el asunto” dice en esta parte del texto: “Me apresuré y no me retardé en guardar tus mandamientos”.
Son tres lecciones que nos deja este pasaje:
- Hazte un examen
- Corrige el camino y enfócalo al estándar divino
- Hazlo pronto
Estos tres pasos mantienen tu vida equilibrada y en sintonía con la Palabra.
Armando Carrasco Z.