“Los soberbios me han cavado hoyos; mas no proceden según tu ley. Todos tus mandamientos son verdad; Sin causa me persiguen; ayúdame.” Salmos 119:85-86
El autor de este salmo estaba pasando un tiempo difícil de persecución abierta y directa, él podía detectar dos cosas de sus enemigos: eran soberbios y le estaban poniendo trampas.
Una trampa está fabricada con toda conciencia para “atrapar” a la presa. Con esto puede pasar una, de dos cosas; matarla o someterla para fines propios del victimario. Una característica de la trampa es que no es evidente, está oculta y camuflajeada para que no la puedas ver. Si el enredo no fuera así, nunca caeríamos en los engaños.
Muchas veces en nuestro trabajo o con nuestros vecinos, por razones desconocidas, nos persiguen. De verdad, muchas veces nos ponen trampas. Pero enfoquemos nuestra atención a que nuestro enemigo; soberbio por naturaleza, el diablo, siempre está buscando la forma en que podamos caer en sus asechanzas.
Mira, si el chamuco se apareciera en tu casa a las doce de la noche con todo el terror del infierno, con demonios horripilantes, olor a azufre y te invitara para que te fueras con él, lo más seguro es que en tus cinco sentidos ¡nunca aceptarías! Y, ¡él lo sabe! Por eso mismo utiliza trampas. Él sabe que si te hace una invitación abierta, la rechazarías.
Son trampas bien planeadas, tienen una meta fija; tú. Él sabe que si eres hijo de Dios no puede tocarte, por eso utiliza el engaño, y créeme que va a usarlo.
Pero prestemos atención a lo que dice este pasaje: “…que no proceden según Su ley…” y dice también que, “…Todos Sus mandamientos son verdad…”. Aquí se encuentra la tecnología para detectar las trampas del enemigo. Cuando estamos en contacto con la Biblia, cuando la leemos de manera consistente y la hacemos parte de nuestra vida, ella misma nos ayuda a detectar a tiempo las trampas, y por más elaboradas y camuflajeadas que estén, las pone al descubierto.
Leer la Biblia nos ayuda a detectar las estrategias que el enemigo usa para someternos o para engañarnos. Esa es una razón más por lo que es importante leer la Biblia.
Mucha gente me ha preguntado: ¿y por qué me persigue? Lo que dice este pasaje es “pues porque, nomás” dice muy claramente, “Sin causa me persigue”. Es como su pasatiempo favorito; ponerles trampas a los hijos de Dios. Es como su chamba de tiempo completo. No tiene otra cosa que hacer que poner sus anzuelos. El ya no puede cambiar la historia, porque en el calvario Jesucristo escribió y dictaminó su destino.
Por eso, en estos casos debemos clamar a Dios pidiendo su ayuda para evitar caer en cualquier tipo de engaño.
Armando Carrasco Z.